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- 24-08-2010 | Nereida López Vidales
El teatro radiofónico, un reto para la imaginación

El teatro radiofónico El director teatral y escenógrafo Salva Bolta ha señalado que la ausencia de gestos en el teatro radiofónico es “un gran reto para la imaginación de los actores” y ha comparado el trabajo de éstos con el de los violonchelistas que, según dijo, “tienen delante la partitura y en sus manos el instrumento para imaginarla, llenarla de sensibilidad y convertirla en un sonido musical”.

Así lo aseguró durante su intervención en una rueda de prensa en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) a la que también asistieron los actores cántabros Alberto Iglesias y Joaquín Navamuel, con motivo de su participación en el Ciclo Noches de Teatro. ‘Lecturas radiofónicas de Tom Stoppard’, que han tenido lugar ayer noche y hoy a partir de las 22.00 horas en el Paraninfo de La Magdalena.

Bolta comentó que, en su opinión, “para un actor no es ningún problema prescindir de la gestualidad” y, además, consideró que este recurso permite a los profesionales “desprenderse del peso y la responsabilidad” de memorizar el texto. “Tener que recrear una atmósfera, dar carácter a una situación o hacer volar un monólogo es un trabajo que responde a la imaginación del actor, sea cual sea el código en el que trabaje”, añadió.

Por su parte, Navamuel e Iglesias coincidieron en subrayar la dificultad que entraña para un actor “no poder ver la acción del otro personaje” y tener que prestar “toda la atención” a la forma de modular la voz, de entonar y de describir cada palabra. En la misma línea, aseguraron que este tipo de teatro permite “profundizar en el texto” porque, a su juicio, “cada palabra tiene un detalle y buscar como ofrecer esa pincelada, tanto al público como a un compañero, enriquece mucho el trabajo del actor”, explicó Joaquín Navamuel.

La obra de Tom Stoppard
La obra del autor británico Tom Stoppard resulta especialmente atractiva para las lecturas radiofónicas puesto que utiliza en sus textos la argumentación contradictoria en la que los diálogos de sus personajes están impregnados de ironía, sentido del humor y juegos de palabras. A pesar de la cercanía intelectual de Stoppard al teatro del absurdo, sus personajes son inteligentes y reflexivos y la estructura dramática de su obra es lineal, llevando la historia hasta una conclusión clara y cerrada.

Autores como Samuel Beckett, Luigi Pirandello o el propio Tom Stoppard comenzaron a aglutinarse bajo la etiqueta de lo absurdo como una forma de acuerdo frente a un universo que encontraban inexplicable. Así, las imágenes de este tipo de teatro tienden a asumir la calidad de la fantasía, el sueño y la pesadilla, sin interesar tanto la aparición de la realidad objetiva como la percepción emocional del autor, proyectada en algunos o todos los personajes de la obra.

Salva Bolta
Licenciado en Arte Dramático por la Escuela Superior de Arte Dramático de Valencia (ESAD), Salva Bolta trabaja como actor hasta 1982 y, a partir de ese momento, alterna esta actividad con las artes plásticas y la museología. Bolta, que cuenta con una dilatada trayectoria profesional como actor, director y escenógrafo, ha dirigido, entre otros, el espectáculo ‘El Brujo’ (1992), ‘El perro del hortelano’ (1998), ‘Vis a vis’ (2004) o ‘Ahola no es de leíl’ (2006).

De su trabajo como escenógrafo cabe destacar la puesta en escena de ‘Bodas de sangre’ (1993), ‘Cajas’ (1998), ‘Fuera de juego’ (2000), ‘Angel’ (2005) y ‘Baraka’ (2006), entre otras obras. Bolta fue nominado, junto con Jesús Acebedo, a los Premis de les Arts Escèniques de la Generalitat Valenciana a la mejor escenografía en los años 2005, 2005 y 2007.