23-07-2010 |
Nereida López Vidales
Sampedro: «un mundo muy rico en ciencia y pobre en sabiduría”

El escritor José Luis Sampedro ha alertado hoy en Santander del “fracaso tremebundo” de un mundo que a día de hoy es, paralelamente, “muy rico en ciencia y pobre en sabiduría” y que está regido por los “muros inmateriales” que constituyen “los prejuicios, las intolerancias, las tendencias religiosas, los nacionalismos exclusivos y las diferencias de sexo”. De esta manera, ha lamentado que, a pesar de los avances científicos y técnicos que permitirían “organizarnos de forma sensata”, la sociedad global resida “en la barbarie” y “en el fracaso” de “las relaciones cotidianas”.
Así lo afirmó el escritor durante el acto de concesión del XXIV Premio Internacional Menéndez Pelayo en la UIMP, en el que también participaron el rector de la institución académica, Salvador Ordóñez; el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla; el presidente de la Cámara regional, Miguel Ángel Palacio; el alcalde de Santander, Iñigo de la Serna; el catedrático de Lingüística General de la Universidad de León y miembro de la Real Academia Española, Salvador Gutiérrez Ordóñez, que glosó la laudatio de Sampedro, y Ana Sara Ferrer, hija de Eulalio Ferrer, mecenas de este galardón.
Para el autor de ‘Octubre, octubre’, “la humanidad está dividida” por “soluciones medievales”, como a su juicio son “los muros” que separan a Estados Unidos de México, a España del África subsahariana o a Israel de Palestina. “Pero los más importantes son los muros inmateriales”, precisó el pensador, para quien la “confusión” en la que se encuentra inmersa la sociedad global obedece “en gran parte” a la idea de que los seres humanos “somos inmortales, los reyes de la creación”.
Esto desencadena, tal y como apuntó, en una situación en la que valores como la justicia, la paz y el respeto a la naturaleza están siendo “arrollados y rebasados por los intereses económicos y materiales” de una civilización que “quiere cada vez más, en vez de ser cada vez mejor”.
En este sentido, tildó de “monstruosa” la idea de que la evolución natural pueda ser sustituida por la genética y renovó públicamente su convicción de que “el orden de la vida” es un poder “supremo”. “Yo no pienso que tengo alma, no me creo inmortal; yo me concentro en esta vida, que es algo extraordinario”, añadió Sampedro, alentando a los presentes a “hacerse” a sí mismos, porque “muy pocos llegan a ser lo que podían haber sido”.
“Realiza un viaje hacia ti mismo hasta llegar a ser quien eres”, animó el escritor, quien confesó que concibe el hecho de vivir la vida como “un deber” que, a pesar de su edad, ejerce “como un aprendiz”.